sábado, febrero 19, 2011

Correr por izquierda


Es asombroso. Cada vez me sorprendo más. La capacidad de algunas personas de apelar a un izquierdismo chicanero para poner en orsai o situar en evidencia como cómplice de explotación burguesa al ocasional interlocutor, es sorprendente. No importa la pertenencia partidaria. Puede ser un radical, un pinista, un socialista o un muchacho del PRO (descarto a los amigos troscos por cuestiones obvias).

Lo resonante es que siempre se puede correr por izquierda a quien, esencialmente, ocupa lugares de poder. La causa es simple: las estructuras burocráticas, las relaciones institucionales y la acumulación de fuerzas, son de derecha desde esa óptica. Como quienes suelen apurar desde la izquierda no profesan ninguna voluntad de poder y se reducen a meros fiscalizadores de la actualidad, no suelen inquietarse por disquisiciones de semejante ramplonería.

La corrida por izquierda suele hacerse desde un no-lugar, desde un sitio de privilegio en cuanto a la observación científica. Ese no-lugar es tremendamente cómodo, no sea cosa que embarrarse en la mierda política y manchar la levita. Porque, claro, cuando algo por lo cual uno llenó páginas y páginas –incluso hasta militó- se cumple pero por designio de otros, uno debe desconfiar de las intenciones. No son puras, auténticas, como las nuestras. No, señor.

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El gran problema con el que cuenta la izquierda en línea general radica en la praxis, no en lo discursivo. Es muy sencillo desembarazarse del fracaso del socialismo real tirándole los cadáveres a Stalin, Pol Pot, Mao y Ceaucescu. No es un dato menor. En todas las experiencias socialistas del siglo XX no sólo no se ahorraron mililitros de sangre ni hectáreas de alambres de púa, sino que tampoco se colaboró demasiado para mejorar la calidad de las vidas de los pobladores de esos lugares (aún con sus bemoles, quiero excluir del combo a los cubanos, tema harto discutible también pero signado por un entorno beligerante inédito en el mundo). En síntesis: el socialismo práctico ha sido un gran dolor de cabeza para la humanidad, hasta ahora. Y de eso no es fácil salir a la hora del debate, porque la política es la praxis para transformar la realidad y pelear por el poder. O como dijo el General, la única verdad es la realidad. El resto, es helado caliente.

Días atrás, leyendo a Artemio López, me topé gracias a su recomendación con un texto de Louis Althusser que desconocía. Se llama “Dos o tres palabras (brutales) sobre Marx y Lenin” y es realmente esclarecedor. Demuele las certezas dogmáticas, sin más. Los popes del comunismo no era elegidos caídos de Neptuno con la verdad develada. Acerca el purismo, Althusser se pregunta “¿qué puede significar para un materialista, una teoría pura y completa? (…) nuestros autores, quienes se adentraron en un terreno desconocido, eran, cualesquiera fuesen sus cualidades, hombres como nosotros: buscaban, dudaban, expuestos a los equívocos, a los retrocesos, a los avances y a los errores de toda investigación. No hay que asombrarse si su obra conlleva dificultades, contradicciones y lagunas”. Hombres, solamente hombres embadurnados de la cloaca política de la realidad, no de jornadas masturbatorias infinitas.

El viejo francés reconocía, entre tantas otras cosas, que la relación del marxismo con el Estado burgués era por demás compleja, sobre todo si se sitúa el escrito: pleno descontrol setentista en todo el mundo. Allí, don Louis señala que “este problema del Estado se ha tornado hoy vital para el movimiento obrero y popular: vital para comprender la historia y el funcionamiento de los países del Este, en donde Estado y partido forman un “mecanismo único”; vital cuando se trata para las fuerzas populares de acceder al poder y de actuar en la perspectiva de una transformación democrática revolucionaria del Estado en miras a su “desaparición”.

Por último, reconociendo gran parte del fracaso socialista en el siglo, Althusser se remite a nuevas “luchas de masas, (que la dan) una nueva fuerza a su teoría, modificar la ideología, la organización y las prácticas, para abrir un verdadero futuro de revolución social, política y cultural a la clase obrera y a los trabajadores”. Y, sí, el franchute al final parece que se peronizó.

Levantar la puntería

La carrera electoral y sus consecuentes operaciones mediático-politicas, lógicamente, copan y coparán las marquesinas hasta octubre. Pero entre tanta hojarasca suceden demasiadas cosas que extrañamente pasan desapercibidas y tienen absoluto correlato con los posicionamientos políticos adoptados por las distintas fuerzas en pugna, de cara a los próximos años. Dicho esto debido a los pobres planteamientos elaborados sobre todo desde el arco opositor, que se suponen, son superadores de la etapa actual.

Días atrás, a finales de enero, la majestuosa Turín fue noticia y no por la Juventus: los trabajadores de la planta Mirafiori de FIAT aprobaron un régimen insólito basado en el recorte de sus derechos. La movida, que contó con el respaldo de empresarios y sectores de izquierda, significa un retroceso peligroso que tendrá un estruendoso eco en el resto del mundo y que ya se había iniciado a principios de enero en otra instalación de la mega empresa situada en Pomigliano, al sur de Italia. El ardid, ya apolillado de la automotriz fue la amenaza de trasladar las plantas a otros lugares del mundo porque los números no le cerraban, así de simple. Turín, uno de los bastiones de la izquierda italiana -núcleo de los autonomistas y brigadistas-, ciudad que transpiraba industria -y por ende, repleta de proletariado- y musa de Antonio Gramsci, cambiará para siempre: los propios operarios (6 de cada 10) aceptaron reducirse los salarios, endurecer las condiciones laborales, correrse del convenio colectivo de los metalúrgicos. Se trata de un golpe simbólico -y no tanto- a la mandíbula del progresismo y la izquierda dura peninsular, de esos difíciles de tragar, porque determinan que la punta del facón ya atravesó la piel y nadie sabe hasta dónde puede llegar el mango. Y, evidentemente, es una muestra cabal de que la sociedad de ese país bajó los brazos, se rindió. Siempre es posible empeorar.

Sin embargo, sería muy cómodo desde lo analítico apuntarle los cañones a un impresentable como Berlusconi. El drama, pues ya no se trata de un problema, es que desde el carozo económico de la Unión Europea como son Alemania y Francia, ya se impulsa con ímpetu la puesta en marcha de un eufemístico plan de competitividad que en realidad lo que intenta establecer es la lisa y llana intervención en los procesos de negociación colectiva sindical, la flexibilización del empleo y la reducción del salario mínimo. En España, por ejemplo, los sindicatos pelean para que el Gobierno no sea "tan duro" con quienes pretenden acceder a los seguros de desempleo y ayude a facilitar una reinserción laboral que parece quimérica. Sarkozy, Merklen, Berlusconi y Cameron, están firmes y son respaldados en las urnas. Le Pen crece, Rajoy amenaza con arrasar al partido de Zapatero, que de socialista y obrero nada tiene. Roberto Begnini y Nanni Moretti, dos actores, son la cara de la oposición del Cavaliere. Los inmigrantes son los nuevos destinatarios del odio ante la crisis. Como se ve, la cosa va en serio.

Fronteras afuera, las hoy deprimidas potencias europeas junto a EEUU -que dicho sea de paso, no para de empapelar el mundo de dólares para paliar sus propias flaquezas- anunciaron su intención de regular los precios del mercado de las commodities para frenar la suba de los alimentos a escala mundial, que vaya novedad, no es patrimonio del Gobierno K ni de las políticas del polémico Guillermo Moreno. El hoy defenestrado Fondo Monetario Internacional advierte en un informe que a escala planetaria, durante el último semestre, los productos alimenticios se dispararon un 35%. La FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación) señala que los niveles se encuentran en los más elevados desde que existe una medición de ese tipo (1990). El núcleo duro de Occidente hará lo posible para ajustar las clavijas y presionar en pos de sus intereses, que siempre, a lo largo de la historia, se han contrapuesto con los del denominado mundo subdesarrollado. Por ende, el panorama para economías como la Argentina no es de lo más alentador.

¿Y entonces, qué hacemos desde el sur del mundo? En primer término, levantar la puntería, ser buenos entre nosotros, sacarse las anteojeras y evitar comer pan-con-pan. En materia sindical, es claro entonces cuál es el objetivo discursivo instalado desde los medios -y acompañados por un abanico político que va desde el radicalismo al neoliberalismo del PJ disidente y el PRO- es emular el modelo europeo en pos de atraer inversiones e ingresar al mundo. Por eso, a tener mucho ojo cuando se ataca indiscriminadamente a la corporación sindical -aunque muchas veces sea más que razonable y justificado hacerlo- porque queriendo o no lo que se hace es dispararle a un modelo -imperfecto, obviamente- que no tiene parangón en los países vecinos respecto a la toma de decisiones, a la configuración del poder local y a la participación de los trabajadores en la distribución del ingreso. Retomando: mientras en las vísceras de Europa se tiende a la disgregación gremial y a una flexibilización sin precedentes, en la Argentina los gerentes de las metalúrgicas se afilian a SMATA para ganar como los laburantes, se planteó como nunca una pelea sin cuartel contra el trabajo esclavo y el no registrado, los piquetes de Moyano y otros es para mejorar la calidad de vida de los que trabajan no para evitar caerse del sistema como en Mirafiori, las paritarias se desarrollan con normalidad pese a las turbulencias lógicas de la negociación, se baten record de producción y consumo. Al menos, da para pensarlo.

Respecto a las commodities, hay que estar bien alertas. Una regulación impuesta por el poder financiero mundial afectaría directamente al hueso de los países emergentes y sus posibilidades de crecimiento autónomo. La estrategia argentina de oponerse a tal iniciativa junto a Brasil en el G-20 apunta a defender la economía del bloque Mercosur de esos ataques, ya que la región puede llegar a correr grandes riesgos si la jugada europea-norteamericana prospera. No sería de extrañar que se refloten, en versión reciclada, acuerdos comerciales harto desfavorables para así integrar las economías globales en pos del beneficio de toda la humanidad. Pese a los pronósticos agoreros, la producción de nacional de alimentos crece y provee de divisas a un Estado que ha tomado fuertes decisiones intervencionistas y que necesariamente debe seguir haciéndolo.

Por eso, como se dijo, hay que observar bien lo que sucede alrededor, saber dónde uno está parado y escuchar con atención qué es lo que se ofrece a nivel dirigencial con todas estas variables que, sin dudas, marcarán el rumbo de la calidad de vida de los argentinos en los próximos años.

La progresía nacional


Ser progre es toda una marca, una posición. Aventuro que hoy día no es más que una postura estética (dietética), un conjunto de clichés y slogans políticamente correctos que buscan cierto grado de repercusión provocativa o transgresora. Es entrecomillar seguido desde un “me parece que…”. Así todo, el difuso concepto de lo progre, no deja de ser una cara distinta de la moneda liberal acentuada con la muerte de los “grandes relatos” anunciada por Lyotard y compañía, donde dentro de la atomización de “causas” (?) caben la militancia –con las ONG como punta de lanza- pro marihuana, la defensa de los pájaros violetas de la Cachemira y de los caballos arriados por cartoneros, entre otros ejemplos sustanciosos. Encuentran su razón de ser en los centros urbanos, se declara anticlerical y portador de una verdad que no se sabe bien qué significa, pero que contiene un aire de superación a la hora de la entonación o armado de enunciados que destila maravillas y genialidades. Un progre argentino, es un liberal de izquierda a la norteamericana, he dicho y que venga el Belgrano Cargas de frente (?).


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El progre se indigna ante la injusticia, ante un mundo canalla, ante la deshonestidad, ante muchísimas cosas más. Pero no se indigna no así nomás. Lo hace desde un reservorio moral que lo tiene como protagonista excluyente y quien se atreva a cuestionar su intrincado e inmaculado itinerario corre con riesgos de los fuertes: ser acusado de traidor, de ladrón y de cuanta fechoría uno imagine. Desprecia al “poder”, sin situarlo/identificarlo aunque sea por aproximación a “algo. No. Puede ser desde un gobierno sudaca a una ballenera noruega.


A su vez, ante cualquier sacudón provocado por las tensiones del mundo real no duda en desmarcarse y desde afuera de la escena arrojar misiles dialécticos donde lava su conciencia, porque, como buen liberal, tiende a recluirse en su ser. El espejo de Narciso no lo falla nunca. Las culpas, las zancadillas, las canalladas, siempre son de los otros, jamás del progre porque no se embandera; a lo sumo, si lo hace, es temporario porque seguramente a quien dice respaldar lo invadirá en algún momento la ambición, el negociado o cualquier otro sentimiento maligno e irracional que determinará su eyección del grupete.


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La tradición progresista nacional tiene una fuerte impronta de la Revolución Francesa que tuvo como ejemplares sobresalientes a los jacobinos de Moreno en los albores de la Nación. Netamente eurocentrista y liberal, pone el acento en la necesidad imperiosa de arrancarle a las masas indolentes la necesidad de aferrarse a las cadenas de la opresión, por medio de la “educación”, a modo de clarividencia. Así de superados actuaron los Moreno y compañía (con muchos aciertos y valentía harto comprobada), como también lo fue Alberdi hasta que apareció Rosas y pateó el tablero de lo hasta ahí conocido, con sus muchas luces y sus muchas sombras.


La progresía nacional de entonces fue tenazmente unitaria, racista, vanguardista. El rosismo fue el enemigo a vencer durante décadas, a punto tal, que su odio a la figura de ese (controvertido, obviamente) caudillo popular los llevó a respaldar el bloqueo anglo-francés emblema de Obligado, actos de sabotaje y de cipayismo difíciles de tolerar.


De esa banda de iluminados por los libracos europeos, Esteban Echeverría fue de los personeros más destacados durante los años del Restaurador. En el célebre “El Matadero”, arroja varias puntas que ayudan mucho a la hora de interpretar el pensamiento de esa progresía incomprendida por las masas populares. Allí, relata, desde la incomprensión total, que “el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad singular para someterse a toda especie de mandamiento”; que “varios muchachos gambeteando a pie y a caballo se daban de vejigazos o se tiraban bolas de carne, desparramando con ellas y su algazara la nube de gaviotas que columpiándose en el aire celebraban chillando la matanza. Oíanse a menudo a pesar del veto del Restaurador y de la santidad del día, palabras inmundas y obscenas, vociferaciones preñadas de todo el cinismo bestial que caracteriza a la chusma de nuestros mataderos, con las cuales no quiero regalar a los lectores”. Es la animalidad, el asco moral ante tanta mugre, ante tanta chusma, como dice el cajetilla unitario que termina reventando como escuerzo, donde la “fuerza y la violencia bestia (…) son vuestras armas; infames. El lobo, el tigre, la pantera también son fuertes como vosotros. Deberíais andar como ellas en cuatro patas”. Echeverría, escribió el “Dogma socialista.


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El socialismo en la Argentina es la expresión más contundente de la estirpe progre a nivel organizativo, partidario. Ya llegaremos. Antes, cómo dejar de lado la historia progresista de los Mitre-Sarmiento-Roca. Imposible. Mitre, fundador de La Nación, reivindicado por la historiografía marxista argentina en el siglo veinte producto de su comprobadamente erróneo método (?) del devenir.


Sintéticamente, como fue quien llevó adelante el corrimiento de las estructuras políticas y culturales precapitalistas (la de las provincias, las del Interior, las populares), no lo quedaba, gracias a las gambetas de la dialéctica, otra que llevar el estandarte civilizador y capitalista, lo que determinaría la aparición paulatina de proletarios, que en los años subsiguientes, concretarían la revolución social (¿???????????). Roca, por caso, expulsó al representante del Vaticano en el país. Qué decir del sanjuanino que no se conozca.


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Ya a fines del siglo XIX aparecía el PS –se anunció, eh- y todo cambiaba. Como se dijo, el equipo de Juan B. Justo fue el emblema de la progresía bienpensante. Casualidad o no, su periódico se llamó “La Vanguardia”, toda una declaración de principios. Tuvo un aporte valioso a la política vernácula, pero siempre desde ese mismo lugar iluminado reforzado por las corrientes inmigratorias que arribaban al país y que acarreaban en sus harapos tradiciones comunes (volvemos: la llama progre es eurocentrista y netamente liberal). Para su pesar, el relato histórico no difería demasiado del liberal/oficial aunque “desde otro lado” se diferenciase. Jamás penetraron en esas masas morochas del “atrasado” interior, caudillista, hispánico, esclavista. Pero, como se reiteró, de arraigo popular, poco y nada a pesar de haber obtenido el primer diputado de América bajo ese signo como fue Alfredo Palacios. Su cientificismo se fue por las cloacas.


El yrigoyenismo populista fue enemigo del socialismo y lo confinó a un sitio de permanente crítica pero de escasos logros concretos a pesar de ser quienes estuvieron en “la vanguardia”. Tras la Década Infame y la irrupción del peronismo, quedaron en orsai para nunca más volver, de la mano de sus primos lejanos radicales: golpismo, desprecio por lo popular, alianzas con lo peor de la sociadad. Por eso resultan tan poco creíbles cuando esgrimen los trapos del “convencimiento ideológico” y no del “oportunismo de las alianzas”.


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Esa tradición, perdura. Tras el fracaso alfonsinista, la progresía (con el intermezzo del PI en los ’80) encontraría en pleno menemismo su razón de ser en cierto frentismo difuso que iba desde la incipiente CTA hasta lo que finalmente se conocería como el Frepaso. Para muchos, la ecuación cerraba por todos lados: el gobierno más entreguista de todos los tiempos levantaba el estandarte peronista. Allí, muchos progres de estirpe simiesca gozaron, como los Frepaso. Ésta última expresión política, compuesta por ex pejotas, comunistas y demases sueltos, es un emblema en cuanto a lo años que nos tocan vivir. ¿Si el Frepaso no es progre, qué otra cosa puede serlo? Nada: porteños, bienhablados, claritos de piel, pregoneros de la honestidad.


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Y hoy subsisten entre nosotros. Nos dan lecciones de vida, de moral, de buenas costumbres. Nos adoctrinan con honestidad, desde lejos, sin mancharse, desde su inviolable individualidad. No usan levita ni galeras. Hoy piden “free pot”, liberación de las mujeres islámicas, que “ningún pibe nace chorro” (¿Alguno nace garca, facho, solidario, peronista o biólogo?). Se enojan fácilmente, suelen recaer en la autodenigración permanente, se sienten incomprendidos por culpa de la ignorancia, la prepotencia y las avivadas de los advenedizos.


Nos enseñan. Nos educan. Están más allá, comprometidos con lo que les sucede. Algún día, construirán un mundo mejor.






viernes, diciembre 10, 2010

Hay que hacerse cargo


Quienes nos sentimos parte del campo popular debemos hacernos cargo de una vez por todas del tema delito y poner sobre la mesa qué rol deben ocupar las fuerzas de seguridad en esta democracia. El crimen de Mariano Ferreyra, la brutal represión al pueblo qom en Formosa y el descalabro de Villa Soldati nos tienen que empujar a la reflexión urgente, a la elaboración de propuestas creativas y superadoras. Pero para eso, primero que hay que asumir el problema.

Las mencionadas barbaridades no son admisibles jamás, y menos, en tiempos donde se ha hecho -con razón- de la no represión una bandera. No es posible que una decisión del Estado nacional desde 2003 a la fecha sea interpretada por la Federal para el lado de los tomates (liberar la zona, por ejemplo, convirtiéndose en cómplices de los asesinos de un militante político). No es posible que la policía de Formosa arremeta con inusual violencia criminal contra los qom y tampoco son digeribles los episodios lamentables del Parque Indoamericano, de final abierto a estas horas.

Los conflictos, inherentes a todas las sociedades, deben resolverse siempre por la política y nunca a los corchazos. En eso la definición de Aníbal Fernández es impecable como tal, pero no suficiente. Es necesario un cambio radical en todas las fuerzas de seguridad y hoy no es un tema que ocupa ni el más mínimo lugar en la agenda pública. Tenemos que debatir entre todos qué tipos de policías queremos y no regalarle a la derecha más neardenthal en bandeja la consigna de la "inseguridad". Porque si no se pone en caja a las policías del país desde el poder político con autoridad y líneas claras de acción, la criminalidad no va a cesar. Si no se diseña una política penitenciaria como la gente (ver qué se hace con la cantidad abismal de detenidos hacinados en comisarías, cómo se concretan las "salidas" de presos para la perpetración de robos, por ejemplo) y relacionada a otras áreas de Gobierno y el Poder Judicial, van a seguir ocurriendo hechos trágicos y humillantes para la condición humana. Porque, en definitiva, no se trata ni de excesos, “ovejas descarriadas” o tristes coincidencias: lo policial contiene en su interior una lógica interna de funcionamiento lindante a lo mafioso, corrupto, fuertemente corporativo y autoritario.

Las policías argentinas parecieran que progresivamente se han autonomizado. Han tomado vida propia como agencia de regulación del delito: a gran escala y en la relación con el chiquitaje en los enclaves barriales más humildes, donde la policía ficha, extorsiona, abusa de su autoridad, planta fierros y arma causas, recluta mano de obra para cometer ilícitos, negocia con los transas. Tal es así que incluso les disputa negocios a sectores de los poderes territoriales locales, sean estos dirigentes políticos o miembros de la burguesía. No hay caso, en casi todos los delitos resonantes hay uniformados, ex integrantes o allegados demasiados cercanos.

La democracia nos exige participación y condena a los mafiosos. Si no toleramos las cocinas de paco, menos deberíamos hacerlo con aquellos policías que conocen y regentean la actividad. No es aceptable que miembros de las fuerzas de seguridad marquen pibes de los márgenes de las ciudades para afanar ni que haya comisarios de patrimonios insostenibles.

Contrariamente a lo instalado por los grandes medios de comunicación y algunos sectores políticos de derecha que especulan mediante consignas rimbombantes, la única salida es política. Nada de militarizar, ni mano dura, ni nada de darle más poder a la policía. Está a la vista: es una locura. Se necesita más democracia, más transparencia y poner blancos sobre negros para desterrar y romper las cuevas enquistadas formando equipos sanos, cuadros técnicos serios y un respaldo gubernamental inconmovible. Porque todo cambio a fondo genera resistencias, sobre todo si estamos hablando de fuerzas que suman cientos de miles de hombres armados, poder territorial y logística, nada menos. Desde ya que la apuesta es muy riesgosa pero vital en vistas al futuro. Lo demás es discurso, mero maquillaje.

martes, octubre 13, 2009

BOCA DEL DIABLO



Bajó arrastrado por una marea de piernas y torsos las escalinatas de la boca del subte. El olor a meo concentrado le hizo fruncir el ceño. El calor lo mareó. Se aflojó la corbata. Resopló como un burro y tomó la decisión de proseguir rodeado del gentío. Tenía miedo de desfallecer y que esas miles y miles de suelas que pisaban la inmunda vereda lo hicieran sobre su humanidad. Se secó el sudor helado que le brotaba de la frente con una Carilina que ya había usado, la tiró en un tarro repleto de todo tipo de basura para después introducir su mano derecha en el bolsillo interior izquierdo. Extrajo la tarjeta y la puso en la máquina. Pasó. Quedó mirando fijo un cartel preelectoral trotskista que adornaba el andén. Ruido. Pocos metros antes de su llegada, cerró los ojos y se tiró a las vías con maletín y todo. El chirrido metálico sacudió dentaduras enteras. El sonido seco de los huesos que se astillaban con precisión quirúrgica estremecía; sonaban como si fueran cientos de palos de escoba que se destruían uno tras otro. La formación frenó de casualidad y dejó atrás una confusa mezcla de sangre, astillas blancas, carne y cuero cabelludo. El espectáculo era indescriptible. Las cientos o miles de personas que presenciaron todo sollozaban, puteaban. A los pocos minutos, la empresa concesionaria anunciaba por los altoparlantes la suspensión de servicio por tiempo indeterminado.

EN LA PENUMBRA


La plaza está oscura aunque no es de noche. El viejo que se recuesta a media tarde en el banco verde más próximo a la torre, ronca tanto pero tanto, que las hojas amarillentas de los árboles linderos caen oscilantes, comatosas. El brazo izquierdo le cuelga inanimado y el derecho está escondido o directamente le falta. Roxana, a los pocos metros, se refugia detrás de un centenario ombú que no dejó baldosa sin levantar, con un chongo pijudo que tiene que volverse a Varela antes de las 23, como todos los días. Al rato, sale con la cara atiborrada de una frigidez asombrosa. Se le nota a la legua que no quiere laburar. Se lleva un Beldent a la boca y sale a pitarse uno con la gorda Teresa, que vende panchos frente a la estación. Mitad en serio, mitad en joda, le cuenta lo que a la mayoría: “Me dicen que por un ratito me saque el disfraz de nena”. Ríen en medio de una nube densa de un mal porro. Roxana se ajusta el pantalón a la cintura, se raja un sonoro pedo y vuelve a las pistas. La gorda, con parte de la panza fuera de la remera, sigue riéndose mirando como su amiga vuelve a esconderse entre los árboles.

OCHO



El charco con forma de ocho vomita olor a bombacha sucia mientras cientos de pies lo esquivan y miran de reojo. Una colilla muerta flota a la deriva, se arremolina un par de veces hasta que desaparece. La calle cruje y el agua de la cloaca invade la vereda como una mancha voraz. Son las ocho. Dos paraguayos sentados en un cantero le dan del pico a una Palermo tibia. A uno de ellos le sobresalía del bolsillo, como si pendiera de un hilo dental, una enorme letra C de queso y almidón de mandioca.

martes, junio 02, 2009

DE VUELTA EN EL BAR



De vuelta en el bar. Vinicius me abrió los brazos como cuando vivía por acá. Pasó poco más de un año desde la última vez que vine a aferrarme a una de sus mesas, con esos manteles paraguayos violáceos, una de las patas rengas, el vidrio con la cara de de Moraes. Al lado, un grupo de tres cuarentonas medio fuleras y con ganas de guerrear piden una cerveza que viene acompañada, claro está, por una cesta inundada de pochochos salados. Afuera, dos mesitas cuadradas de Quilmes sitiadas por cuatro sillas de lona de la misma marca, son la muestra cabal de que a los misioneros una sola cosa en especial los amedrenta: el frío. Ni un alma en el centro de la ciudad. Nada. La Rosadita está encerrada entre carteles y obrajes por la restauración de la Plaza 9 de Julio. El termómetro dice que son seis los grados de temperatura, al tiempo que una tenue pero persistente llovizna moja todo lo que toca. Así todo, Posadas enamora, encandila y me persigue como un fantasma que tiene como misión joderme la vida. Fueron momentos hermosos los vividos. Y ronda con total malicia, sobre mi cabeza, la idea de comprarme una casa en este bendito lugar. Raro: no tengo una donde resido, menos voy a tener a mil kilómetros, donde me siento inmensamente feliz, donde nació mi hijo, donde con mi mujer tocamos con las manos el cielo de la convivencia y la intimidad.


Vinicius está más iluminado. Los baños tienen carteles que indican el sexo de sus usuarios, cosa antes inexistente. El pibe que atiende es nuevo y se nota a la legua. Al rato, se le cayó la bandeja repleta de vidrios y botellas. El flaco Víctor me sorprende cuando me reconoce al segundo. Pregunta si acabo de salir del diario. Le explico que hace tiempo me reinstalé en “Buenos Aires” –La Plata, Mardel o Lincoln, da los mismo, caen en esa generalización tan provinciana que no da para tanta explicación- y que ando por Posadas por unos días nomás. “¿Te enteraste?”, tiró el flaco mientras me preparaba el gin tonic sin mirarme a la cara. “No. ¿Qué pasó?”. “Maurito estuvo internado”, dice. Parece que el loco fue a cubrir una nota después de una noche que nunca terminó, muy desabrigado, con el agua cayendo a cántaros. Fue a la casa de los padres de visita y se empezó a sentir mal. No podía respirar. Se ahogaba. Por esas cosas de la vida, a alguien se le ocurrió ir al hospital. Si estaba en su monoambiente la historia hubiera sido otra. Llegó agitado. Lo taparon de cables. Tenía neumonía. Le tuvieron que sacar todo el líquido de los pulmones y su estado era delicadísimo. Pasó a terapia. Al no comer, dormir poco y someter al hígado a un sinfín de peripecias y sobresaltos violentos, Mauro estaba complicado. Tenía menos defensa que River. La neumonía fue el detonador de toda una movida que sabíamos que podía pasar en cualquier momento. El flaco me contó que lo fue a ver al sanatorio y que el amigo convaleciente lagrimeó. “Me dijo que charló con la parca”, dijo entre risas. “Ahora está mejor, después de casi dos meses de internación, está en lo de los padres”. Se me hizo un nudo en el estómago. Ni ganas de emborracharme me dieron. Me senté en la mesa al lado del ventanal. Vinicius de Moraes me miraba inquisidor. Levanté el vaso y pensé en mi amigo. No puedo homenajearlo de otra forma que no sea tomando un trago.
Cuando lo conocí, era medio parco, distante. Me costó acercarme a él. Pero al final, nos hicimos muy compinches. Vinicius era nuestra guarida de post redacción y todos lo sabían. Nunca nos importó un carajo qué piensen de nosotros los popes del diario y los políticos de nuestras corridas en el bar. Pido otro gin tonic. Me afloran infinidad de recuerdos. Las noches donde el calor te cae en la cabeza con el peso de un piano, las rondas eternas de birras, los vodka con pomelo de Maurito, las hamburguesas completas tamaño lavarropas, las charlas inconducentes, las sacadas de cuero a media Posadas, los llamados de mi mujer para saber a qué hora regresaba a casa, las vueltas en moto con Luis que cuando salía con su Honda 100 hacía unos ocho impresionantes hasta que enderezaba el rumbo. Bebo otro sorbo de gin y mi vejiga parece estallar. Vuelvo del baño y la batería de la notebook amenaza con dejar de funcionar. Pienso en Mauro. Juro y perjuro que lo tengo que ir a visitar, pero no sé si me dará el tiempo. Tengo ganas de estrecharle un abrazo interminable, palmearle la espalda y decirle que es un periodista del carajo, súper talentoso, que desperdicia su enorme pluma haciendo notas chotas de actualidad. Es como un Enrique Symns del Litoral. Un amigo de la calle, de la noche, del periodismo. De la vida, bah. Espero que se deje de joder y se rescate un poco porque no quiero llorarlo. Mauro, si no te veo en breve, salud mi viejo.

jueves, mayo 07, 2009

EL ARTE DE ESCRIBIR




Esa noche, en vez de salir corriendo de la casa inmediatamente después de cena, como solía hacerlo, me tendí a oscuras en la otomana y entré en una profunda ensoñación. “¿Por qué no tratas de escribir?”. Esa frase había estado dándome vueltas en la cabeza todo el día, y se repetía con insistencia hasta cuando daba las gracias a mi amigo MacGregor por los diez centavos que logré arrancarle después de las más humillantes lisonjas...

Escribir, reflexionaba, tiene que ser un acto desprovisto de voluntad. La palabra, cual una profunda corriente oceánica, tiene que surgir a la superficie por su propio impulso. El niño no necesita escribir porque es inocente. El hombre escribe para expulsar el veneno que acumula debido a su falsa manera de vivir. Trata de recuperar su inocencia, pero lo único que logra al escribir, es inocular al mundo el virus de su desilusión. Nadie escribiría ni una sola palabra en el papel si tuviese la valentía de vivir a la altura de lo que cree. Su inspiración se desvía en su misma fuente de origen. Si es una palabra de verdad, belleza o magia lo que desea crear, ¿por qué interpone millones de palabras entre él mismo y el mundo? ¿Por qué difiere la acción, a menos que, a semejanza de otros hombres, desee realmente poder, fama y éxito?...

El escritor realmente grande no quiere escribir: quiere que el mundo sea un lugar donde vivir la vida de la imaginación. La primera palabra temblorosa que pone en el papel es la palabra ángel herido: dolor. El proceso de escribir palabras equivale a entregarse a un narcótico. Observando el crecimiento de un libro bajo sus manos, está henchido de delirios de grandeza...

La mejor parte del arte de escribir no es el trabajo real de poner palabra tras palabra, ladrillo sobre ladrillo, sino los prolegómenos; el trabajo de pala que se hace en silencio en cualquier circunstancia, tanto en sueños como en estado de vigilia. Ningún hombre escribe jamás lo que pensaba decir: la creación original que ocurre en todo momento, no importa que uno escriba o no, pertenece al flujo primordial: no tiene dimensiones, ni forma, ni factor tiempo. (...) Las palabras, las frases, las ideas, no importa lo sutiles e ingeniosas que sean; los más descabellados vuelos de la poesía, los más profundos sueños, las más alucinantes visiones, no son sino crudos jeroglíficos cincelados en dolor y congoja para conmemorar un acontecimiento que no transmitirse....

Solía trabajar en la habitación de su hermano, donde poco antes el director de una revista, luego de leer algunas páginas de un cuento inconcluso, me informó fríamente que yo no tenía ni un gramo de talento, que no conocía los más elementales principios de redacción: en suma, que yo era un fracasado completo y que lo mejor que podía hacer, compañero, era olvidarme de eso y tratar de ganarme la vida decentemente. Otro badulaque que había escrito un libro de mucho éxito sobre Jesús el carpintero me había dicho lo mismo. Y si las notas de rechazo significaban algo, había amplias pruebas en apoyo de las críticas de estas mentes que sabían discernir. “¿Quiénes son esas mierdas?”, solía preguntarle a Ulrico. “¿De dónde vinieron para decirme semejantes cosas?”....

Había ido como de costumbre a la oficina, en la mañana, pero al mediodía estaba tan inspirado que tomé el troleybus y me dirigí al campo. Las ideas brotaban a raudales en mi cabeza. A medida que las anotaba rápidamente, otras se atropellaban en rápida sucesión. Por fin llegué a ese extremo donde uno abandona toda esperanza de recordar ideas brillantes, y sencillamente se rinde al lujo de escribir un libro mentalmente. Uno sabe que nunca podrá captar esas ideas, ni una sola línea que atraviesan la mente como aserrín que se derrama por un orificio...

Si uno persiste en estrangular sus impulsos, termina convirtiéndose en un coágulo de flema. Finalmente se lanza un escupitajo que nos agota por completo, y que sólo años más tarde se comprende que no había sido un escupitajo sino lo más íntimo de nuestro ser. Si se pierde eso, uno siempre correrá por calles oscuras como un loco perseguido por fantasmas. Siempre se podrá decir con perfecta sinceridad: “No sé qué quiero hacer en la vida”. Puede uno pasar limpiamente a través del filamento de la vida y salir por el extremo ancho del telescopio viéndolo todo atrás, fuera de su alcance y diabólicamente retorcido. Desde entonces en adelante se desarrolla el juego. No importa la dirección que se tome, uno se encuentra en una sala de espejos; uno corre como loco buscando una salida, sólo para encontrarse rodeado nada más que por imágenes deformadas del propio y dulce yo....
Extractos de "Un domingo después de la guerra", de Henry V. Miller, Santiago Rueda Editor, octubre de 1965, Buenos Aires.

jueves, abril 02, 2009

PAPELÓN AR6ENT1NO

Lo de ayer fue un papelón indescriptible. Nunca vi un partido en La Paz –de seleccionados o equipos- donde el visitante haya jugado tan mal como Argentina.

Es increíble como los periodistas obsecuentes del Dié (desde MP hasta el equipo de VH) tratan de buscarle la quinta pata al gato para justificar lo injustificable. Esos son los mismos que post Venezuela comparaban nuestra escuadra con el Brasil del ´70. No quiero imaginarme lo que hubieran dicho/escrito con Basile sentado en el banco. En mis años de existencia escuché miles de argumentos –ciertos, desde ya- sobre lo perjudicial que es la altura para los físicos que no están acostumbrados, pero el desastre del Hernando Siles no puede circunscribirse solamente a ese factor. Enumeremos:

 

1-     Bolivia en esta eliminatoria, con este mismo equipo, como local perdió con Chile (cero altura, sólo una ciudad –Calama- pero no tienen jugadores de allí en el Seleccionado) y empató con Uruguay (2-2) y Ecuador (0-0).

2-     Es la segunda derrota más abultada de la historia, después del 0-6 contra Checoslovaquia en Suecia 1958.

3-     En la Eliminatoria pasada se ganó 2-1 con un equipo muletto que armó Pekerman, que se preparó para jugar ahí y con mayoría de jugadores que no habían sido de la partida previa (sólo Cambiasso y uno más, creo, jugaron días atrás contra Colombia en la Heladera Plumífera). En la era Bielsa se empató medio de pedo 3-3 sobre la hora, pero se mostró una actitud muy diferente: en los últimos 15 minutos los bolivianos no podían salir del área por el acoso de nuestros players.

4-     Es asombroso que después del 1-3 y con Carrizo figura (pese a que se morfó dos goles porque sino el resultado podría haber sido peor; en un compacto televisivo contabilizaron 15 situaciones MUY claras de gol en contra), nadie adentro –ni afuera-de la cancha haya tenido el liderazgo suficiente para por lo menos tirarse atrás y aguantar el chubasco. No, nada de eso. Muy mal parado en defensa, no daban dos pases seguidos, no atacaban, no marcaban, no tiraban pelotazos, no jugaban por abajo, no había plan, no había rebeldía, no había carácter. Nada.

5-     Está claro que este equipo carece de un caudillo anímico por un lado, y futbolístico por el otro, sobre todo porque el estilo de Messi –el mejor de los nuestros sin duda- es la explosión individual, la genial aparición repentina y vertical, el desequilibrio en los últimos 30 metros. Messi no hace jugar al resto, está claro.

6-     Falta un goleador de manual que esté pasando buen momento y que tenga proyección mundialitsa. ¿Higuaín? ¿Diego Milito? ¿Lisandro López? ¿Mauro Zárate?

7-     El penal que hace Zanetti es inconcebible para un tipo de 35 pirulos con 18 de titular en la primera del Inter. A veces, la experiencia es como dijo Ringo Bonavena: “Es un peine que te dan cuando estás pelado”.La expulsión de Di María es todo lo contrario: por algo así corre el riesgo de no volver más. Por pelotudo.

8-     Niveles individuales pobrísimos desde hace rato: Heinze y sus dos penales por partido nunca cobrados, el increíblemente siempre convocado Lucho González, Maxi Rodríguez a años luz de lo que mostró en Alemania ´06, el muy bajo rendimiento –aunque lo banco a muerte- de un Tévez que choca contra todo lo que camina y no se sabe de qué posición juega, si de delantero, de media punta, de extremo, de enganche...

9-     Si bien vamos a clasificar, lo que viene no es nada fácil: Colombia, Perú y Brasil en Baires y Ecuador (altura again pero un equipo rival mejor), Uruguay y Paraguay afuera.

10- Jugadores hay. Falta todavía un equipo.

 

 

 

 

miércoles, abril 01, 2009

ALFONSÍN Y YO
















Había un sol tremendo, inconmensurable, tanto que no dejaba ver. Fruncí el ceño infinidad de veces hasta que un sonido estridente que aumentaba sostenido en el aire me estremeció. La masa que nos rodeaba agitaba miles y miles de banderitas albirrojas, gesticulaba, aullaba y estiraba los brazos hacia un punto que yo, sentado desde los hombros de mi papá, no podía distinguir. La euforia crecía. Mi viejo saltaba alocado y yo tenía miedo real de venirme abajo y perderme entre esa marea de piernas. En esos momentos, pude ver al avión a unos 50 metros más o menos y cómo bajaban de a uno sus pasajeros. Alfonsín salió y efectuó el clásico saludo de las manos entrelazadas, el mismo que aparecía en las fotos de las revistas de la época, en la poca tele que había, en los carteles que reventaban las paredes. Estaba viendo al Presidente, ese Presidente de bigotes tan idolatrado por mis viejos, muy especialmente por papá.


***

Mi vieja se quebraba en llanto y el viejo la contenía en su pecho. La frase “Nunca Más” retumbaba una y otra vez. Me quedé helado sin comprender nada, al igual que un par de años después cuando ellos dos - de nuevo- observaban petrificados el televisor en medio de una densa nube de Particulares 30 y Chesterfield a esos tipejos de verde armados hasta los dientes, con boina colorada de lado y la cara recubierta de betún, que hablaban a las cámaras con tono amenazante, casi puteador. “Otra vez no” espetó entre espasmos mi vieja. Cuando el helicóptero presidencial partió hacia donde estaban “los rebeldes”, como los calificaban los medios de entonces, partimos hacia la Plaza San Martín. En el balcón frente a la Municipalidad, tras horas de mucha tensión, aparecieron en el balcón todos los dirigentes marplatenses peronistas y radicales. Hablaron y hablaron. Hasta que algo pasó. La plaza se partió en dos. Al lado mío una señora agitaba una bandera radical al grito frenético de “por la paz”, mientras que a pocos metros caras más jóvenes retrucaban “punto final, la lucha sigue igual”. Nos fuimos entre murmullos. La desconcentración transpiraba los sentimientos y sensaciones inversas a las del comienzo de la convocatoria.

***

Carlitos tenía un cuaderno donde a un grupo selecto de vecinos del barrio les otorgaba crédito mensual. La inflación era moneda corriente y cuando se cobraba salíamos disparados a lo de Carlitos, quien ya nos había separado en una caja una serie de víveres no perecederos que luego depositábamos en una alacena enorme que todavía mi abuela conserva. En otras ocasiones concurríamos al Hogar Obrero o Supercoop, donde aceptaban unos ticket extraños, de colores, del estilo de los “Canasta” de hoy. Se acumulaba. Muy de vez en cuando aparecía un botellón de Mountain Dew o de Gini. También de Teen. Las tapas se canjeaban por increíbles vasos de la Pantera Rosa, los Pitufos, de Disney. Había unos yo-yo inolvidables. La ropa, cuando se compraba, era ahora y ya porque a los pocos minutos salía más cara. Los regresos de la playa eran mortales. Subir once pisos por la escalera por los cortes de luz, cargados de cachivaches, era una experiencia traumática. Uno de esos días, mirando por la ventana, me asombró la aparición de una densa columna de humo negro a unas pocas cuadras: era el entrañable Hogar Obrero que se despedía para siempre. Algunas noches mis viejos iban al cine y nosotros nos quedábamos con la abuela. En una de esas, al otro día, pregunté qué era lo que habían visto. Como si fuera hoy, recuerdo la respuesta de mamá mientras hacía la cama: “La naranja mecánica”.

***

Cuando aparecía Ubaldini en la tele, a mi viejo le hervía la sangre. Lo odiaba. Ese personaje con cara de tristón, una especie de Droopy ojeroso con campera de cuero que era satirizado por Sapag, aparecía cada dos por tres. Neustadt y Grondona, imbatibles en audiencia, también le sacaban caspa al viejo. Los debates. El enojo clerical y las pintadas por la Ley de Divorcio. Saadi versus Caputo. Chacho Jaroslavsky, Antonio Cafiero y el peronismo renovador, Triaca, la Coordinadora, Pugliese, Casella, Luis Zamora y el MAS, el FRAL, el PI de Alende, la muy puteada UCD de los Alsogaray, Adelina y Albamonte, la elección del ´87, el intento de reforma constitucional bonaerense.

***

Muchos años después, con otro primer mandatario en funciones, mi viejo desempleado llegó de la calle tipo once. Mamá y mi hermana dormían y yo miraba no sé qué mierda en la tele. Tenía los ojos llorosos. “¿Qué pasa?”, dije. “Fui a ver a Alfonsín al Quilmes”, arrojó. La insolencia adolescente de su interlocutor le contestó con una carcajada burlona. A diferencia de otras veces, donde nos trenzábamos, se arrojó en el sillón, miró al cielo y me contestó: “Decí lo que quieras, pero el Gallego cuando habla me emociona. Tiene tanta razón...”.

***

Se fue un dirigente político que no tiene correlato con ninguno de los de hoy -motonautas, borocotós, conversos permanentes-...El último gran orador electrizante de la política argentina que se construyó sin nada de marketing. Hoy papá no está para despedir a su Gallego, al que también puteó –desde el afecto y la admiración, calculo- por sus “agachadas”, como solía decir entre rabietas. Con Alfonsín, más allá de sus innumerables y muy graves errores que no vienen al caso enumerar-creo- se muere también una época. Con Alfonsín, en definitiva, se muere también mi infancia.

martes, marzo 31, 2009

C


Espejismo verde acobarda el sentir perpetuo de la nuez. Las llamas amenazan. Tripas cuelgan impiadosas en plan macabro orquestado por las centrífugas mentes adineradas del más-allá-y-más-acá.
B


El papel suma nuevos adeptos entre las disfónicas filas de zumbones escondidos detrás de mostradores blancos de bancos, encuadriñados en un vidrio blindado sólido como la piedra misma lo dice.

Cualquier manifestación violenta y violácea oblitera la densidad de ese papel amo y señor.
A


Volver, girar, zumbar alrededor de un pedazo de mierda muerta. Sentir la perforación de un esófago que amenaza con tirar la toalla bajo la atenta mirada de un pájaro que recién abrió los ojitos entre restos de cascarón. Temblar de miedo. Sollozar.

viernes, mayo 16, 2008

REMOLINO MEZCLA


En medio de un remolino grisáceo de ceniza, Persie meditaba mirando hacia la nada. Estiró los brazos y desperezó. Abrió la boca como el león de la MGM y pateó una lata que merodeaba cerca y lo miraba con desconfianza.
Saltó del container con destreza y arrancó veloz rumbo al camino que su corazón le indicaba, insistente y ruidosamente, hasta perderse entre verdores, olores y despampanantes curvas provenientes de República Dominicana.


martes, mayo 06, 2008

FLOWERS



Una estafa monumental, un sitio de temer. Desde el cielo caían dando ridículas volteretas y envueltos en un tulipán negro del tamaño de la concha de febo asoma ya a su rayo que iluminan el histórico convento.



Las sogas quedaron pendientes, esquivando estrellas y acariciando con la puntita última a la Tierra, que se descostillaba de risa al sentir cómo esa delicada película de pelos y piolines le hacía cosquillas con la paciencia de Ho Chi Minh.



La flor, en tanto, se desprendió del cordón umbilical y bostezó a los cuatro vientos, haciendo de cada pétalo el brazo de un niño que quiere romper el cascarón e irse de la casa una vez por todas y para siempre.

lunes, mayo 05, 2008

MANGOS




-¿Viste la planta de mango de Doña Alfonsa?
-Si, le tengo muchas ganas.
No era para menos. Medía casi 20 metros de alto y unos diez de diámetro. Recién empezaba diciembre junto a los calores de verdad, y los mangos descartaban la pilcha verde y adoptaban las manchas amarillas y naranjas.
Los hermanos se lamentaban por el tamaño de las frutas, porque los brasileros son casi el doble, aunque de precio inaccesible. Pero el nudo en la panza, y las ganas de joder a la vieja hinchapelotas esa, podían más que cualquier impedimento ocasional o no tanto.
Cachilo, el más grande de los dos, tuvo la idea de subir a sus hombros a Juancho, el más chico.
-Dale, no seas cagón. Poneles en tu remera y después te bajo.
Así lo hicieron, un sofocante domingo por la siesta, donde nadie los interrumpiría. Había llovido y estaba pegajoso por la humedad. En medio del operativo, mientras Juancho no podía agregar ni una fruta más a la remera, que funcionaba como improvisada canasta, apareció, de la nada, con los ojos encendidos y furiosos, Doña Alfonsa.
-¡Shhh…Rajen pendejos de mierda!
Ante semejante sorpresa, el chiquito se pegó un jabón de aquellos, mientras los mangos caían en cámara lenta, muriéndose poco a poco en el asfalto incandescente. Ni medio segundo después, los dos, salían disparados ante la ceñuda y criminal mirada de la vieja.

RUTINAS



Mariela todas las tardes, tipo cuatro, a la hora de la siesta, sale a dar su paseo diario en bicicleta. Es su rito inquebrantable, dogmático.
Tal vez sea por el susto que se pegó en el 91, cuando sintió un pequeño tirón en el pecho, y el doctor Mazzinini le dijo, algo preocupado: “Graciela, de ahora en más, se va a tener que cuidar”.
Y ella sale, aunque llueva, truene o raje la tierra el implacable sol siestero. Agarra con fuerza el manubrio, levanta el pedal con el empeine del pie izquierdo, se sienta algo aparatosa en el ya diminuto asiento, y da la pedaleada inicial, rampante y altanera, que le provoca ese mismo tironcito de siempre en el gemelo, que le hace decir cada día lo mismo: “¡Pantorrilla de mierda!”.

martes, marzo 25, 2008

PELELE, EL PARAGUAYO


Un pelele impío crucificado por los pies, como si fuera un cordero de seda que mira el centro de la Tierra con algo de miedo. Parece un mullón o un cogollo -no lo sé muy bien- indulgente, chusma y poco viril. Le gusta contemplar las puertas verdes aunque más no sea para perder el tiempo, porque podría estar comiendo un helado derretido como le enseñó la mamá, que no saca granitos en las tetitas porque hace bien. Ya la abuela cordera, descanse en el estómago de Don Celso en paz, había predicado la palabra de Jesús El Salvador de Todos Nosotros. Por eso son corderos. Somos, en realidad. Nos sacrificaremos en rebaño sin pensar en nada, solo en la felicidad eterna que nos depara no dentro de mucho, porque somos finitos y no gruesos, porque se nos corta la vida en cualquier momento y hay que estar preparado para ir con Dios, padrecitotodopoderosoaménguataí.

martes, noviembre 27, 2007

CUCHILLAZOS, DISPAROS Y UN LECHÓN ORGÁNICO


El sábado a la noche, entre costilla y costilla, uno de los invitados comentó que en una feria franca de la periferia posadeña, lugar donde los agricultores provenientes del interior de la provincia ponen a disposición a muy buenos precios los productos de la chacra, los lechones de unos ocho kilos -lo más parecido a la ambrosía que degustan los dioses del Olimpo- te cuestan cerca de sesenta mangos. Fetén, fetén. La gloria misma materializada en el paladar.
El comentario del visitante me asedió durante todo el día siguiente. Por esas cosas del destino, al carecer ocasionalmente de movilidad se me hacía imposible ir hasta la feria, a sabiendas que los mantecosos puerquitos muertos costarán más los próximos días por obra y gracia del calendario y de la inflación: las fucking fiestas disparan los precios.
De repente, mi celular empezó a vibrar y a titilar. “Nº Privado”, rezaba la pantalla. Maldije porque intuía que se trataba alguien del laburo que me molestaba en mi día de franco. “Hola, ¿Diego? Habla Ángel de San Javier. ¿Te acordás de mí?”. Tardé un par de segundos en reaccionar y caí. Le pregunté cómo andaba.
“Muy bien por suerte. Mirá, mañana tipo diez voy a andar por Posadas y me quería juntar con vos, viste. Te quería dar un regalo por la mano que me diste. Tengo un lechoncito orgánico, chiquito, casi sin grasa para llevarte”. Se me iluminó el pecho.
"Bueno, te espero. Un abrazo”, fue la escueta respuesta que me salió de la boca.
Corté el teléfono y empecé a bailar como un idiota. Mi mujer reía y mi hijo ni se enteraba de lo que sucedía. Un tipo que había visto una vez en mi vida, porque salió en le diario, me retribuyó con un lechón de granja. Se llama Ramón Ángel Tymcziszyn, tiene 37 años, es productor yerbatero de San Javier, un pueblo fronterizo con el Brasil. En diciembre lo quisieron apuñalar y lo corrieron más de 200 metros a balazo limpio. Hace una semana le prendieron fuego la camioneta.
*****
El hombre se había hecho muy amigo de la esposa y la hija de Rubén Natividade Da Lima, alias “Tío Nico”, un apodo que resuena invariablemente entre el hampa y el calabozo. Empleado de la empresa energética provincial, contratista de obras públicas de la comuna, el abrasilerado Nico se presentó como candidato a intendente de San Javier, donde es muy popular por su inconmensurable generosidad. Su mujer y primogénita, en tanto, trabajan en el supermercado que lleva al mismo alias carcelario del propietario junto a Jorge Natividade, un sobrino del acaudalado que dibuja los números grandes para que la Afip no se haga la chancha renga y se quede con más tajada de la que corresponde.
Ángel visitaba asiduamente el supermercado y entabló lazos muy cordiales con madre e hija. El sobrino de Nico, Jorgito, percibió que ambas mujeres le prestaban demasiada atención al polaco y se congraciaban con él en cuanto podían, y eso lo ponía violeta de rabia; no pasó mucho tiempo para que Jorgito, un huevón de 30 pirulos, vaya a las corridas a llevarle el chisme al poderoso tío.
“No fuimos más que amigos. Lo que pasa es que Nico no les daba bola y yo me ponía a charlar cada vez que iba al supermercado. Incluso, yo como favor les cambiaba los cheques por efectivo porque como vendo yerba me la pagan en efectivo”, confesó Tymcziszyn. Cuando se lo interrogó más finamente sobre su relación con las dos mujeres, el yerbatero se limitó a contestar con una muy pícara sonrisa.
Corría diciembre de 2006 y el calor de la frontera espantaba hasta las yararás. Ángel visitó a las dos amigas y estacionó el auto a una cuadra del supermercado porque sabía que Nico estaba “puto de malo”. Dejó las dos puertas abiertas y se puso a charlar con Carlitos Olivera, un inspector de tránsito compinche. De golpe, Nico Natividade con la cara desfigurada por el odio, arremetió blandiendo por el aire un cuchillo Martinazzo mientras esputaba todo tipo de improperios. “Te voy a matar, polaco de mierda”, fue la frase que dio el puntapié inicial para que Nico comience a lanzar puntazos a granel. Ángel, con destreza gaucha, esquivó una estocada tras otra. Carlitos, el inspector, interpuso su humanidad para que el agresor desconecte su impulso asesino y no resultó lesionado de puro milagro. Descontrolado y enceguecido, el candidato-cuchillero ingresó al auto de la víctima y le arrojó una puñalada directamente al pecho, pero Ángel se salvó, descendió del auto y le pateó el rostro al violento candidato que se desmayó por el impacto.
Agitado, Tymczizyn intentaba recuperarse del mal momento. Pero el derrotado agresor tenía sus refuerzos: el sobrino, Jorge se trenzó a las piñas con el yerbatero, perdió por escándalo, retrocedió hasta el supermercado y reapareció en escena con un amenazante revólver calibre 38.La víctima emprendió una fugaz retirada, mientras Natividade chico abría fuego a discreción. Encontró, para su suerte, refugio en la casa del contador de apellido Speyer.
Ninguno de los dos agresores resultaron detenidos, sin importar que el episodio fue a la vista de todo San Javier. Tras la presentación de la denuncia policial, los testigos afirmaron que Nico y Jorgito “amenazan a todo aquel que piensa declarar contra suyo, dado que, además de poseer mucho dinero es subjefe de Emsa y candidato a intendente".Incluso denunció a Tymcziszyn de haberle robado 3 mil pesos y un celular, pero su coartada tuvo el peso de una pluma y fue desestimada.
Dentro de la nómina de testigos, Liliana Tachile, según versiones provenientes de San Javier, habría sido tentada con 10 mil pesos para que cambiara el testimonio, ya que fue una de las citadas por la Justicia. Silvana Selmi, otra de las testigos, estuvo a punto de ser impactada por un proyectil y denunció al pistolero. “Hasta el día de hoy me amenazan vía telefónica de que me van a matar, le gritan desde un auto cosas agresivas a la noche a mi madre, esto es tremendo. No sé cómo este hombre tiene la cara para presentarse como candidato”, confesó Ángel.
Pero su derrotero no sería definitivo. Hace una semana, se levantó a las cinco de la mañana como todos los días para irse a trabajar a la chacra. Cuando salió a la vereda, la camioneta Peugeot de su propiedad estaba envuelta en llamas. En pocos minutos, sin embargo, pudo sofocar el fuego. “Rompieron la ventana del lado del acompañante con una piedra, que estaba al costado de la rueda, y tiraron un envase de plástico de medio litro más o menos con nafta. Las butacas, los visores, el tapizado, la palanca de cambios y el estéreo resultaron muy dañados". Las pericias de Criminalística hallaron fósforos en el interior de la camioneta y en la vereda, a los pocos metros. Tymcziszyn se presentó en la delegación policial y acusó a Rubén “Tío Nico” Natividade y a su sobrino Jorge de haber perpetrado el atentado.
“Hace 20 años que vivo en San Javier, todo el mundo me conoce y jamás he tenido problemas con nadie. Con esta gente ya tuve un inconveniente donde me quisieron apuñalar y me corrieron a los tiros, yo los denuncié y hasta el momento, con todas las pruebas que hay, la causa está parada en el Juzgado de Alem. Los acuso porque en otras ocasiones nos han amenazado por teléfono a mí y a mi madre, me gesticulan como que me van a hacer boleta”, relató Ángel.
La publicación de su caso lo protegió, en parte, de nuevos atentados. Nico le envió emisarios que le confesaron que no tuvo nada que ver. Un playero de una estación de servicio que tiene cámaras de seguridad le contó que un par de pibes en moto compraron una botellita de coca de nafta súper y le advirtieron que no diga palabra porque la iba a pasar mal. Jorgito habría pagado 500 pesos a cada motoquero para que incendien el coche de Ángel. Hasta ahora, todo quedó en la nada.
Rubén “Tío Nico” Natividade, en tanto, ganó por afano las elecciones y desde el 10 de diciembre será el nuevo intendente de San Javier.