lunes, mayo 05, 2008

RUTINAS



Mariela todas las tardes, tipo cuatro, a la hora de la siesta, sale a dar su paseo diario en bicicleta. Es su rito inquebrantable, dogmático.
Tal vez sea por el susto que se pegó en el 91, cuando sintió un pequeño tirón en el pecho, y el doctor Mazzinini le dijo, algo preocupado: “Graciela, de ahora en más, se va a tener que cuidar”.
Y ella sale, aunque llueva, truene o raje la tierra el implacable sol siestero. Agarra con fuerza el manubrio, levanta el pedal con el empeine del pie izquierdo, se sienta algo aparatosa en el ya diminuto asiento, y da la pedaleada inicial, rampante y altanera, que le provoca ese mismo tironcito de siempre en el gemelo, que le hace decir cada día lo mismo: “¡Pantorrilla de mierda!”.

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