martes, octubre 13, 2009

OCHO



El charco con forma de ocho vomita olor a bombacha sucia mientras cientos de pies lo esquivan y miran de reojo. Una colilla muerta flota a la deriva, se arremolina un par de veces hasta que desaparece. La calle cruje y el agua de la cloaca invade la vereda como una mancha voraz. Son las ocho. Dos paraguayos sentados en un cantero le dan del pico a una Palermo tibia. A uno de ellos le sobresalía del bolsillo, como si pendiera de un hilo dental, una enorme letra C de queso y almidón de mandioca.

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