martes, enero 17, 2012

Doblarse o romperse, dats de cueshtion


Ya es una constante en ese humilde sitio: por h o por b, se demoran los posteos. Sepan ustedes, estimados, nuevamente disculpar. Este post sobre el radicalismo 2012 tiene esa característica (?). ¿Cuál fue el momento en el que fue embrión? Voy a ser honesto, algo que de lo que no suelo caracterizarme (?). Fue durante los días previos a la elección de autoridades partidarias que determinaron que Mario Barletta sea designado presidente de la Convención Nacional, donde ya se podían olfatear varios matices interesantes para la  posterior disección.

La bochornosa interna, el protagonismo mediático de Sanz, Morales y Cobos, la jugada de Alfonsín con De Narváez, la olvidable elección general. Todo eso quedó atrás. El previsible cataclismo, como toda crisis, les abrió a los radicales una oportunidad más. Paradójicamente. Porque por más cachetazos recibidos, por más que su presencia en el escenario político esté puesta seriamente en duda -de nuevo-, la UCR es el principal partido opositor al peronismo. Por presencia parlamentaria, por anclaje territorial, por historia, por formación de cuadros. Como me dijo una vez alguien: hasta en el pueblo más escondido del país, después de la Municipalidad, el Banco Nación, la Comisaría y la Iglesia, hay un comité.

La tarea que tendrá que llevar adelante Barletta es, vaya novedad, por demás complicada. En una rica entrevista que le brindó La Capital de Rosario (y también en otras), remarcó que su principal desafío es “modernizar las estructuras” para fortalecer “la cohesión interna” con las “puertas abiertas” -dirigiéndose a Carrió y López Murphy sobre todo- para así tender puentes de “diálogo con otras fuerzas”.  Sobre esto último, no es menor resaltar que el radical integra el Frente Progresista que gobierna su provincia con el socialismo de Binner, aunque por esas cosas de la política ambos sectores –recordamos- llevaron candidatos presidenciales que compitieron entre sí. Parte de su postura podría sintetizarse en este párrafo:

El radicalismo tiene que dejar de amurallarse y saber convivir con las diferencias. No puede ser que ante las diferencias todo termine con rupturas, fracturas o expulsiones. Lo importante es hacerse entender. Por supuesto que hay presupuestos básicos en el radicalismo, que tienen que ver con la ética republicana, la transparencia y la honestidad, entre otros principios, luego hay diferentes miradas y estrategias dentro de un espacio político. Lo importante es dialogar. El radicalismo tiene que empezar a cambiar la manera de tratar las diferencias, hay que convivir con ciertos niveles de diferencias.
  

Asoman en la superficie, como pequeños icebergs, los primeros dilemas. Por un lado, Barletta apela a lo identitario para resucitar la mística partidaria, donde las notorias (y notables) diferencias ideológicas internas puedan contenerse bajo el mismo techo. Como en el denostado Movimiento, je. ¿Son posibles de concretar esos enunciados considerando a los actores y al contexto? Suena difícil. A su vez, como si lo anterior fuera moco de pavo, el referente de la UCR aspira a replicar la experiencia de Santa Fe con el socialismo, la del Frente Progresista. Y otra vez los convenientes: el partido de Binner es cabeza y no cola de ratón tras los números que obtuvo con el FAP en octubre; por ende, el margen de exigencia radical es bastante estrecho. Además resulta difícil imaginar a los autodeclarados puristas de Libres del Sur y compañía de la mano de un López Murphy. O de un Aguad, para buscar un ejemplo más cercano. Pensándolo bien...Dejémoslo ahí. En agosto último, a propósito, se podía leer esto:

(…) de acuerdo a la experiencia reciente –más por los resultados que por convicción-, parece inevitable que los radicales busquen en Hermes Binner y su espacio una especie de refugio de supervivencia hasta el acomodamiento de los melones en el carro bajo el manto piadoso de “retornar a las fuentes socialdemócratas”. Hay un hilo conductor que comparten en Santa Fe y al cual los radicales apelarán para reflotar el romance de otrora, al tiempo que no sería descabellado imaginar a Margarita Stolbizer y otros “ex” a que oficien de mediadores. No será tarea menuda si es que a Binner le va bien de verdad; cotizará en bolsa e impondrá condiciones. Además tendrá –Binner - que manejarse con amplitud, tolerancia y una enorme cintura para contener a todo el FAP adentro: el sector de los oscilantes e impredecibles Libres del Sur, el pinismo residual y la CTA post mortem difícilmente puedan compatibilizar cánticos referidos a los “hijos de Santucho” con los boinas blancas. Aunque en política todo es posible. Sería una llamativa –y endeble- construcción, mucho más similar a lo que fue la Alianza que a una propuesta superadora y novedosa. (Post completo acá)

Otra de las piedras que se cruzan en la senda estratégica anhelada por Barletta es la propia sangría, digamos, por derecha. Allí es donde aparece un expectante Mauricio Macri, ávido de presencia territorial fuera de la CABA que los espera con los brazos (y algo más) abiertos. El proceso, se sabe, se acrecentó en las legislativas de 2009 y no ha cesado. La amistad pública que mantienen Ernesto Sanz y Gabriela Michetti, el rol omnipresente del Coty Nosiglia, la excelente relación forjada entre el Milico Aguad y Federico Pinedo tras la creación del Grupo A y lo que queda del cobismo, son intentonas, fichines arrojados sobre el paño que habrá que ver si se consolidan. Al respecto, ayer La Nación (con una sputza a opereta importante) reveló el plan expansionista de Macri con los nombres de los intendentes radicales ya telefoneados por su gente: Horacio “Pechi” Quiroga (Neuquén), Aída Ayala (Resistencia), Mario Meoni (Junín) y Héctor “Cachi” Gutiérrez (Pergamino). Aquí, la principal traba que aparece es la ideológica: son los Alfonsín (desgastado y con decreciente influencia), Moreau, Storani, Franja Morada y el resto de la llamada ala progresista.

En definitiva, los correligionarios, que todavía cargan con el Vía Crucis del 2001 en el lomo, se sacudirán el polvo de lo lindo. Tanto ellos como el PRO y el FAP tienen lo más parecido a una revancha en menos de dos años. Para algunos será un santiamén, para otros la eternidad. Sin embargo, y amén de cualquier escaramuza interna, la única herramienta a la que la suerte del radicalismo estará sujeta es a la política. Nada más ni nada menos. Trabajar y apostar a la construcción política en vez de tanto set de TN; porque sin una postura coherente que salte por encima de los apolillados decorados honestistas y el solemne tono crispado, quedarán atrapados en las rencillas intrascendentes, en la mera declamación. Arrojados hacia la decadencia imparable como si fuera una cruel e inevitable avalancha, por no haber sabido (o podido) tomar el pulso de una sociedad democrática, que sin la menor duda, necesita de partidos políticos opositores serios y con fortaleza. 

Quién lo diría. Pensar que hasta hace no mucho tiempo desde el antiperonismo se sacaban las vísceras para sumar esa enigmática Pata Peronista. Pareciera ser el tiempo en que el no peronismo necesita imperiosamente de la Pata Radical para, por lo menos, plantarse en algún lugar competitivo de la pole position en 2013.

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