lunes, septiembre 04, 2006

BOCETOS, IDEAS, CRUDEZAS, IMPRESIONES


A partir de un hecho que puede ser una pequeña anécdota o simplemente una pelotudez, se puede por lo menos promover el uso de la sesera, trasmitir sensaciones.
Sala de espera de hospital. Metro ochenta por uno y medio. Un viejo miserable y mugriento tosía, mientras el pecho se le trasformaba en un tembladeral ronco. El cartel desteñido de Roemmers miraba inquisidor: “Rayos X”, aunque tan así no era, porque a la X le faltaba la patita inferior derecha, conformando así una “Y”. ¿Paradoja cromosomática? No lo sé. Lo cierto es que tallada con una punta irregular figuraba la palabra “centellas”, seguramente agregada por algún gracioso anónimo. Si alguno de ustedes piensa que relataré “los obstáculos que los pacientes de hospitales públicos deben sortear, en un clásica y decadente sala de espera”, se equivoca.
Estaba parado contra la ventana. Tenía una mochila de ATTAQUE 77 garabateada con Liquid Paper: “Aguante el Che, PR, Boca capo”, entre otros menos legibles. También estaba muy mal dibujada la hoja de marihuana. Campera y jeans de feria truchos, mocasines raleados Boating, metro ochenta, pelo casi rapado, morochón hijo de la tierra. En la mano derecha sostenía una radiografía de tórax. En la otra, un librito que me llamó poderosamente la atención: “Manual de Ingreso al Ejército Argentino”. Decía algo de suboficiales, Campo de Mayo, Sargento Cabral, y una foto tomada del cielo sobre el regimiento. Al rato entró una piba con el mismo instructivo (¿?). Se saludaron. En líneas generales, se asimilaban bastante. Podría ser la hermana, la prima o la vecina. Observé nuevamente la mochila: “Aguante el Che, PR, Boca capo”; y la hoja de faso que se parecía a un sauce. ATTAQUE 77. Me pregunté muchas cosas.
En nada difería su presencia de los pibes con los que uno puedo compartir una birra, o lo que sea en una esquina, o en las adyacencias a un recital x. Y se iba a meter de milico. Igual que la piba. Y encima tenía una cara de pingazo bárbaro, de buena persona, gesto tranquilo. Sin embargo se entrega a la milicia, así, sin más, a engrosar las filas de las fuerzas de seguridad de nuestro país, como muchos cabecitas negras del interior como materia prima. Recordé El Bonaerense de Trapero, aquella película enormemente sensible. Me vino a la mente Malvinas, la picadora de carne a la The Wall, los Pichiciegos.
Y surgen preguntas. Todo el tiempo. Muchas. Repasé: Gendarmería, las policías provinciales, Prefectura, Marina…Dentro de los suboficiales, está repleto de cabecitas negras. Como el de Rayos, con pinta de buen tipo, que después se trasforma en una bestia, que por poseer cierta cuota de poder descarga todo su resentimiento de clase, que delinque, que abusa, que aporrea, que salva a un gatito, que ayuda a parir , que hasta ofrece y quita la vida. La primera es “¿Por qué?”. Uno al vivir en el interior lo palpa más de cerca, en la cotidianeidad, alejado de la Academia, tan lejana de tantas esferas. ¿Cómo gente tan amable, cordial y de buena cepa puede convertirse en alguien violento y corrupto a más no poder? ¿Se convierte de verdad o era así, y solamente lo exacerba el uniforme? ¿Constituye status social en una sociedad donde el status es más importante que otras cosas? ¿Tiene que ver con el Dios, Patria y Familia más tradicional? ¿Es la falta de trabajo? ¿Es una muestra más de la necesidad imperiosa de pertenecer a un compartimiento escalafonado, vertical y obediente, clásico de nuestra cultura indo-hispánica? ¿Es una especie de revancha social ingresar a las fuerzas, ya que si así no fuese su vida continuaría siendo anónima, o directamente lumpen? ¿Qué papel juega la ignorancia en todo esto? ¿Por qué los oficiales son blancos? ¿Por qué la mayoría de la clase media subraya la calidad de “negro cabeza” ante la cana? ¿Se sentirán negros? ¿Hay falsa conciencia de clase? ¿Será como dice el limado de Fogwill, que la Bonaerense por ejemplo, en este estado de guerra social, es una especie de “garante del Estado Democrático”?
No creo que la cuestión sea fácil de resolver. Igual de eso no se trata. Sí de pensar, de entender medianamente, de preguntarse asuntos como éstos, de nuestra Argentina que se re-siente.

Desde el ojete del mondo
Jack Duluz
SubCte Bizarro

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