sábado, diciembre 23, 2006

EL 2006 SE FUE COMO PEDO EN UNA CANASTA


Otro año que se esfumó como una bocanada de humo. Otro año más. Otro número que suma y altera las dos cifas de nuestras identidades no-tan-jóvenes. Otro año que, en sus últimos días, genera un clima de consumo compulsivo, abarrotamiento en los comercios, tránsito alocado, colas, adornos pelotudos y aumento de precios de cualquier producto made-in-china-taiwan-o-donde-carajo-fuere, sin distinción de clases, origen, raza o religión.
Y recuerdo con qué alegría e intensidad disfrutaba de estas fechas a la espera de los regalos, de los dulces y de la pirotecnia desbocada.
Esa alegría se desvaneció como este 2006, un año raro, con grandes cambios, timonazos y vueltas de página. Una internación prolongada, un embarazo, otras latitudes, nuevos trabajos, otra casa, otro clima, otras plantas, otro aire (no Radio Mitre), otra gente, otra velocidad y ritmo, otras experiencias, otro crecimiento. Ya está, ya pasó. Listo. Parece mentira.
No quiero ponerme solemne y menos, mucho menos, bajar línea. Sería menospreciar su capacidad crítica, obnubilar su capacidad de pensamiento, de reflexión y de percibir sensaciones. Quien baja línea está diciendo, en algún sentido, qué deben pensar cada uno de ustedes/nosotros. Que lo haga La Renga o el pelado Cordera. Acá no.
Sólo hagan lo que les parezca, los que más gusten. O no. Disfruten si tienen ganas como cuando éramos chicos, pero con los entretenimientos correspondientes a la edad. O no. Emborráchense, dróguense, participen del banquetes pantagruélicos, intoxíquense, culeen a lo burro, abrásense con sus seres más queridos, recuerden con alegría a los que no están, conténganse unos con otros. O no.
Nos han robado todo y el mundo se pudre con nosotros dentro, cada día que pasa, con una voracidad aterradora. Nos han robado todo menos la dignidad y la capacidad de protegernos de los males humanos con nuestros abrazos, nuestras charlas, nuestras vibraciones que se activan cuando intercambiamos las miradas.
Si hay algo que deseo, pese la introspectiva enumeración anterior, es que por lo menos haya algo de sidra, un cacho de pan dulce o lo que carajo sea en los hogares de los más desprotegidos del mundo.
Aunque sea, un puto instante de eso que algunos llaman “felicidad”.
Y ojalá que si aparece Papá Noel, se parezca al Santa de Billy Bob Thornton
Los invito a brindar por ello. O por lo que se les cante el orificio del ojete.
Salud.
Y córranse que tengo ganas de vomitar.



 

4 comentarios:

bartolomé rivarola dijo...

Hay cosas que no cambian, más allá de la edad.
De chico, esperaba cada Navidad que llegara Papá Noel con su gran bolsa, llena de juguetes que llenaban mi felicidad.
Hoy, para estas mismas fechas (aunque en otras también) sigo aguardando a un hombre con una bolsa cargada de felicidad.

Fede de la Puente dijo...

Me tomo un instante para comentar esta entrada, aunque este pensando más en la que viene abajo....
Si,este año fue raro... pasaron demasiadas cosas.... en todos los niveles (el nombre de messi me viene a la cabeza, ¿bailaba para tinelli con moria?...). Pasaron cosas, y nos debimos enterar de tan poco que mejor no empezar a putear por las que no nos enteramos.... Disculpenme, estoy compungido: DOLINA CON GONZALES ORO????

VOY A SEGUIR LEYENDO...

SALUT.

F.

Anónimo dijo...

¡A coger que se acaba el mundo!
Bravo Manu, siempre tan ocurrente...fucking Red Rose, jajajaja

LadyinBlack dijo...

Tarde pero segura, llego a este post: y como experiencia personal (se que esto no es un antro de terapia, pero no puedo evitarlo, necesito la descarga del momento), esta navidad me dejó decepcionada. De chica tenía una familia gigante, éramos, como quien dice, muchas familias unidas en las fiestas, que duraban uno, dos, tres días. Tres días comiendo el asado del 24, la ensalada, los turrones... Éramos muchos chicos, teníamos la imaginación de quien se inventa un Papá Noel entrando por la ventana, un camello en reyes, es decir, mucha imaginación (como si a Córdoba llegara un gordo vestido de rojo con el calorón que hace en diciembre!). Todo eso fue desapareciendo, y se redujo la familia. Nadie se murió, simplemente, todos se fueron separando por algo. Y este achicamiento de padres, tíos, abuelos y primos, se sienten las ausencias... supongo que será cuestión de acostumbrarse a que estas cosas pasan, y aprender a valorar más las presencias que las ausencias... no se, todavía estoy pensativa.
Gracias por la terapia obligada... y muchos besos