viernes, diciembre 15, 2006

DE BRAVUCONES Y AVESTRUCES


La muerte de Augusto Pinochet Ugarte deja otra marca indeleble en la castigada América Latina. Probablemente sea por la imposibilidad de verlo en su momento tras las rejas o, por lo menos, sometido a una justicia que lo castigue por los comprobados crímenes que cometió.
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En Chile se vivió, como no se podía ser de otra manera, de una forma muy particular. La prepoteada del nieto de la estirpe Pinochet ante una milicada que aplaudió emocionada, mientras la ministra de Defensa del gobierno de Bachelet era sometida a una sorda silbatina. Jóvenes pelados que saludaban al muerto con el brazo derecho tenso, bien hitleriano. Lujosas camionetas importadas, con sus ricos ocupantes que daban muestras de profunda congoja.
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Frente al Palacio de la Moneda el actual gobierno levantó una estatua del ex presidente Salvador Allende, donde se congregaron miles de personas que festejaron la muerte del dictador. Militantes de izquierda, agrupaciones de derechos humanos, estudiantes y gremialistas dijeron presentes en una jornada tan especial, y en definitiva, única. La seguridad en el centro de Santiago iba en aumento, a la espera de posibles choques entre ambas facciones, antagónicas e irreconciliables.
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Fue muy extraño ver por televisión estas dos Chiles enfrentadas, con tanto fervor. El recuerdo de los camiones hidrantes en los 80 se hizo presente una vez más, en medio de un archivo que resurgió con el correr de los acontecimientos. El último y emotivo discurso de Allende en la Moneda, los aviones rondando alrededor del edificio como buitres que circundaban a una presa moribunda, el estruendo de la metralla, los tanques apostados a la espera de la orden, el camarógrafo que se desplomaba de a poco ante la salva mortal de un soldado, la reunión con Videla, los restos del auto del general Prats, el agujero negro que quedó tras Letelier, los exiliados, las bolsas negras en el Estadio Nacional, el cuerpo sin dedos y sin lengua de Víctor Jara.
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Sería injusto cargarle a la oligarquía y al intervencionismo norteamericano (de notable papel, por cierto) todas las tintas del golpe del 11 de setiembre de 1973. Muchos sectores participaron y fogonearon del ataque a la democracia popular trasandina. Y se hacen cargo de eso.
La causa pinochetista fue la de salvar la “patria del enemigo marxista”, que a disgusto de muchos, se había impuesto por el mandato de las urnas. Y ver esas columnas de apoyo al putsch da, por lo menos, que pensar.
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Y nuestra dictadura se hizo presente en el recuerdo y en las comparaciones. Nuestro golpe cívico militar. Nuestra basura escondida bajo la alfombra. Nuestras enormes frases: “Los argentinos somos derechos y humanos”, “Yo, argentino”, “No te metás”, “Por algo será”, “Algo habrá hecho”, “Es un desaparecido, no está”, “Esto en la época de los militares no pasaba”, “No te robaban en la calle, podías vivir tranquilo”, “Hablan de la dictadura, esto y lo otro, y yo no me enteré de nada”, “El país era un quilombo”, “Hacía falta orden”.
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Si se muere Videla no ocurriría lo mismo que en Chile, pese a Cecilia Pando y sus secuaces. Pero, que se entienda, sería muy saludable para nuestra cultura política contemporánea desenmascararnos. Todos. Chile, mal que le pese a quien quiera, lo hizo y lo hace en la actualidad. Acá, probablemente por la entidad transatlántica que han tomado las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo junto al nobel Adolfo Pérez Esquivel, quedaría muy políticamente incorrecto tomar postura abierta por Videla y compañía. Pero estaría bueno que lo hagan.
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Políticos, jueces, sindicalistas, futbolistas, heladeros, escribanos y un larguísimo etcétera forman parte, entre los que están nuestros vecinos y algún pariente o amigo, como aquel taxista que alguna vez nos comentó, casi al pasar, su apoyo explícito a la Junta. Y muchos de ellos están entre nosotros, vivitos y coliando, sin hacerse cargo de la complicidad que tuvieron con uno de los gobiernos más represivos del continente. Claro, para eso hace falta coraje. Y ya lo explicó muy bien Andrés Rivera, quien puso en palabras de Rosas su propio pensamiento: “Quien gobierne contará con la incondicional cobardía del pueblo argentino”.
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Es de admirar la actitud del pueblo chileno en torno a la figura de Pinochet. Aunque sea una confrontación irracional y fraticida que no pareciera tener fin. Pero la expresión desbocada de esos miles de filo nazis frente a una muy golpeada y dividida izquierda, no hace más que mostrar una realidad política que puede resultar desagradable, pero al fin y al cabo, auténtica.
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Jorge Julio López sigue sin aparecer. Felipe Solá admite que la investigación y la pesquisa han sido “un fracaso”. ¿A cuánta gente que no sea militante de derechos humanos, de una agrupación de izquierda o lo que sea realmente le importa? ¿Cómo puede pasar casi desapercibido un hecho de tremenda magnitud? ¿Y si fue, como dicen algunas versiones, un secuestro orquestado por la mano de obra desocupada de las fuerza de (in) seguridad de los 70 para amedrentar a los testigos de causas por crímenes de lesa humanidad? ¿Por qué ninguna encuestadora ofrece la opinión de “la gente” sobre este tema? ¿Por temor a encontrar una verdad que puede resultar contundente, como el “nomeimportismo” político?
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No sabemos qué piensan los argentinos respecto a ese tema y a tantos otros de similar importancia, como por ejemplo los años de convertibilidad de Carlos Menem. De hecho, “nadie lo votó”. Si podemos afirmar que esconderse, como la gran masa acrítica que puebla estas tierras, tras una máscara por temor al qué dirán, es meter la cabeza en un pozo, como hace el avestruz.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Que los derechos humanos
los violan en tantas partes,
en América Latina
domingo, lunes y martes.
Nos imponen militares
para sojuzgar los pueblos,
dictadores, asesinos,
gorilas y generales.

Explotan al campesino
al minero y al obrero,
cuanto dolor su destino,
hambre miseria y dolor.


De la Zamba al Che, de V. Jara.

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Sí, hay mucha hipocresía en la Argentina. Y casi me atrevería a decir que muchos olvidan muy rápido: hay memoria selectiva.

Saludos

Anónimo dijo...

Muy bien, Gise.

(Puedo comentar que ese fragmento de la canción de jara es la intro de un tema de Fun People? puedo? si? o a mí sola me gusta fun people?)

Otra cosa para resaltar...
¿Sabés como es mi apellido?

Prats.
(así que ojito, eh)
Jajajajaja...
Y bueno, che...

Desde que me dejaste impactada con esta noticia de la futura paternidad, nunca más pasaste por mi blog. ¡No te olvides que existo!

:) Saludos, J. Duluz!

AlmereydA dijo...

una generación en silencio es una generación muerta. es una generación inútil, una generación perdida.
los hijos de una generación silenciada
los muchachos que por la moda asisten a las marchas
la mercantilización de la protesta
una generación sin nada que decir es una generación de mierda.
a ver si los hijos de estos inútiles que somos crecen con argumentos para llevar adelante lo que nosotros jamás podremos lograr.

N. dijo...

Seee por aca tambien se lo extraña, aunke no lo demuestre, me justifico bajo la excusa de ke los blogs no me parecen un medio propicio para una comunicacion fluida y profunda (me da paja responder)

Además la política y la actualidad no son mi fuerte, vivo aislado del mundo noticiario (a veces lo lamento)

por lo demas, yo se ke usted es un buen tipo y seguro ke lindo tambien

Salud mi comandante

Fede de la Puente dijo...

Hola Gente... Que decir??? El destino es implacable... la justicia manejable ¿algo más? yo creo que Don Salvador debe estar esperandolo en alguna parte y finalmente se va a poder cobrar lo que esperaba(mos)...

Días atrás me llegó este poema de Benedetti escrito para la muerte de Reagan ¿Sirve igual no?

OBITUARIO CON HURRAS

Vamos a festejarlo
vengan todos
los inocentes
los damnificados
los que gritan de noche
los que sueñan de dia
los que sufren el cuerpo
los que alojan fantasmas
los que pisan descalzos
los que blasfeman y arden

los pobres congelados
los que quieren a alguien
los que nunca se olvidan
vamos a festejarlo
vengan todos
el crápula se ha muerto
se acabó el alma negra
el ládron
el cochino
se acabó para siempre
hurra
que vengan todos
vamos a festejarlo
a no decir
la muerte
siempre lo borra todo
todo lo purifica
cualquier día
la muerte
no borra nada
quedan
siempre las cicatrices
hurra
murió el cretino
vamos a festejarlo
a no llorar de vicio
que lloren sus iguales
y se traguen sus lágrimas
se acabó el monstruo prócer
se acabó para siempre
vamos a festejarlo
a no ponernos tibios
a no creer que éste
es un muerto cualquiera
vamos a festejarlo
a no volvernos flojos
a no olvidar que éste
es un muerto de mierda

Mario Benedetti