miércoles, mayo 09, 2012

CIAMBOTTA ALLA RÚSTICA

Hace muchos años que una familia amiga prepara unos tomates con morrones que son una verdadera delicia. Bueno, el fin de semana, tras pedido de receta, intenté emularlos. Salió muy bien, de re chupete. Un detalle: si bien seguí gran parte de los pasos recomendados, tal vez haya dejado cocinar el preparado un poco más de lo ideal. Por ende, la consistencia se alteró: los tomates mayormente se disolvieron, cuando lo óptimo (y vale como consejo) es que conserven gran parte de su forma.
Sin embargo, reitero, quedó muy pero muy bien. Y un dato vital: la ciambotta se conserva en frascos esterilizados. 

Como sucede con infinidad de recetas caseras transmitidas de generación en generación, esta ciambotta es diferente a la de "los libros", de acuerdo a lo que encontré por la web. ¿Cosas de inmigrantes? Probablemente. Bueh, todo muy lindo (?). Vayamos al paso a paso.

De movida, necesitamos un kilo de morrones colorados. Para que no tengas que poner a la venta ningún órgano vital (?), lo ideal es -si no te regalan o no lo plantás- recorrer verdulerías, mercados o ferias donde por unos mangos puedas conseguir algunos maduros, golpeados o con alguna falla de origen (?). Así fue que di con estos que están acá abajo: si bien no estaban regalados, conseguí estos cuatro (grandes, poco más de un kilo) a $10.


 Lavalos bien, cortalos por la mitad y sacale todo lo de adentro: cabito Massa Alcántara, semillas, etcétera.



Luego, cortalos en tiritas. Así:


Dejalos descansar descansar a un costadete.



Ahora metele a los tomates. Al igual que los morrones, tratá de conseguir tobaras. En la feria conseguí estos: 2 kilos "para salsa" a 5 mangos. 



Lavalos piola piola (?) y cortalos en cuartos. Aunque en mitades no estaría nada mal. Como te plazca.


Una vez que tengas todo listo, poné a calentar aceite de oliva en una olla. Yo simplemente cubrí la superficie del piso y un poquito más. Fuego fuerte.


Mandale fruta a los morrones.


Hasta que queden tiernos. Algo parecido a esto ( no sé si puede apreciar bien):


Tomate, calentá que te toca entrar (?)



Revolvé y ponele un puñado de sal gruesa. Bajá el fuego al mínimo.



Paciencia. Acá dale la consistencia que quieras. Si preferís que todo mantenga mayormente su forma, genial; de hecho, es lo más apegado a la receta original. Yo lo dejé más tiempo, a punto tal que el tomate quedó muy reducido, en pedazos pequeños. Los morrones, si bien se redujeron, preservaron su fisonomía. 

Dossier

Como cuando se elabora toda conserva, hay que tener mucho ojo con el esterilizado de los envases. No olvidemos que el botulismo y otras enfermedades relacionadas a la alimentación, no son joda. Por eso, para una mayor seguridad, tenemos que hervir los frascos junto a sus tapas correspondientes por unos 30/40 minutos, cubriéndolos con agua por completo. 


A su vez, lo recomendable es precalentar el horno bien bajito (unos 120 grados) para darles el secado definitivo. Retiramos los frascos de las ollas con una pinza, los colocamos en el horno sobre una rejita o placa de silicona para evitar que se rompan, durante unos 3/4 minutos. Los sacamos con cuidado evitando contaminarlo y el contraste de temperatura donde lo apoyamos. Ahí mismo tenemos que colocar la conserva. Antes de taparlo, rociamos las tapas con alcohol. Llenamos al tope y cerramos bien. Damos vuelta el frasco por unos 15 minutos y ya podemos guardar en un lugar con escasa luz y humedad. 
Quedó algo así:




Me salieron dos frascos de medio kilo. Uno, a un 90%, no llegó a tope. Por eso decidí abrirlo a la noche. Con bastante ansiedad, claro. Tal es así que usé un poco para condimentar unas berenjenas a la plancha. Mamadera. Un espectáculo. Al otro día, en asado familiar, el resto del frasco fue arrasado por comensales voraces meta pan.



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