miércoles, marzo 30, 2011

Clarín como Luís XIV: La oposición c'est moi



El vacío político alimentado por una oposición que no deja de sorprender por sus torpezas, la falta de liderazgos y propuestas superadoras, definitivamente es ocupado hoy por Clarín y todos sus tentáculos del poder económico. Clarín ya asumió el rol con decisión, harto de ver cómo esos patéticos esbirros fracasan de manera sistemática. Se cansó de orinarles la cabeza por las editoriales o a través de sus columnistas más reconocidos. Se les hinchó las amígdalas de tanto desfile estéril por todos los programas que se les pone a disposición, sin repreguntas y con tiradores de centros de precisión quirúrgica.




El acto de brutal sinceramiento del Grupo, potenciado de manera exponencial tras los comicios de Catamarca y Chubut, conlleva a su vez una desesperación sin precedentes, tal vez porque la percepción de una victoria kirchnerista en octubre tiene sabor a vómito contenido: rendición/negociación con condiciones o capitulación total. Esa desaforada estrategia que destila agonía tiene como objeto tensar la cuerda hasta la rotura, enturbiar la atmósfera lo más que se pueda, buscar el caos por debajo de las baldosas. Al haber pasado el tiempo de la ingeniería de las medidas cautelares y los telefonazos a juzgados amigos, le queda, como ancho de bastos bajo la manga,  la desobediencia a cualquier pretensión de legalidad posible: se pasará –como ahora- por las verijas la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, las resoluciones de la Afsca y todo aquel fallo judicial que obligue al Grupo a ajustarse a derecho. Con perversa inteligencia y los bolsillos temblorosos, buscará aún más cualquier tipo de sanción estatal para declamar intimidaciones, aprietes y arbitrariedades de un Estado sediento de caja y de poder.



Clarín se va a poner a la vanguardia del mosaico opositor con la bandera de la libertad, como el representante absoluto de la democracia frente a las tropelías y delirios autoritarios del Estado estalino-montonero-K. Será, más que nunca, “Todos Nosotros”, el orfebre con Alzheimer de una especie de Unión Democrática posmo y bajas calorías. Sacudirá con ahínco la cara negra y fea de Moyano, invocará a la bestia chavista, agitará los fantasmas de la violencia de los ´70, enaltecerá el fanatismo K y la avidez contractual de la juventud (corporizada en los hitlerianos de La Cámpora), con el único fin de espantar burgueses y despertar el enano fascista que habita en gran porción de la clase media.



La obviedad es tan grande que no debería sorprender. Clarín es la oposición real, no a un gobierno bueno, malo o regular, sino al sistema democrático en su conjunto: no es el diario o el canal, es el grupo empresario corporativo más poderoso del país que lo único que persigue es la sumisión de la Política a sus intereses. Los tiempos por suerte han cambiado y muchas de estas cuestiones, antes discutidas en antros inundados de humo, están al alcance de toda la sociedad. El desafío mayúsculo es saber si esa sociedad está dispuesta a ver tras el velo construido desde ese poder mafioso en los últimos 30 años.



Clarín, sin embargo, podría barajar dos opciones, como dice un amigo. El inconveniente es que no las puso en práctica jamás en su historia. Una, que Magnetto sea candidato. Otra, que haga periodismo.

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