viernes, diciembre 10, 2010

Hay que hacerse cargo


Quienes nos sentimos parte del campo popular debemos hacernos cargo de una vez por todas del tema delito y poner sobre la mesa qué rol deben ocupar las fuerzas de seguridad en esta democracia. El crimen de Mariano Ferreyra, la brutal represión al pueblo qom en Formosa y el descalabro de Villa Soldati nos tienen que empujar a la reflexión urgente, a la elaboración de propuestas creativas y superadoras. Pero para eso, primero que hay que asumir el problema.

Las mencionadas barbaridades no son admisibles jamás, y menos, en tiempos donde se ha hecho -con razón- de la no represión una bandera. No es posible que una decisión del Estado nacional desde 2003 a la fecha sea interpretada por la Federal para el lado de los tomates (liberar la zona, por ejemplo, convirtiéndose en cómplices de los asesinos de un militante político). No es posible que la policía de Formosa arremeta con inusual violencia criminal contra los qom y tampoco son digeribles los episodios lamentables del Parque Indoamericano, de final abierto a estas horas.

Los conflictos, inherentes a todas las sociedades, deben resolverse siempre por la política y nunca a los corchazos. En eso la definición de Aníbal Fernández es impecable como tal, pero no suficiente. Es necesario un cambio radical en todas las fuerzas de seguridad y hoy no es un tema que ocupa ni el más mínimo lugar en la agenda pública. Tenemos que debatir entre todos qué tipos de policías queremos y no regalarle a la derecha más neardenthal en bandeja la consigna de la "inseguridad". Porque si no se pone en caja a las policías del país desde el poder político con autoridad y líneas claras de acción, la criminalidad no va a cesar. Si no se diseña una política penitenciaria como la gente (ver qué se hace con la cantidad abismal de detenidos hacinados en comisarías, cómo se concretan las "salidas" de presos para la perpetración de robos, por ejemplo) y relacionada a otras áreas de Gobierno y el Poder Judicial, van a seguir ocurriendo hechos trágicos y humillantes para la condición humana. Porque, en definitiva, no se trata ni de excesos, “ovejas descarriadas” o tristes coincidencias: lo policial contiene en su interior una lógica interna de funcionamiento lindante a lo mafioso, corrupto, fuertemente corporativo y autoritario.

Las policías argentinas parecieran que progresivamente se han autonomizado. Han tomado vida propia como agencia de regulación del delito: a gran escala y en la relación con el chiquitaje en los enclaves barriales más humildes, donde la policía ficha, extorsiona, abusa de su autoridad, planta fierros y arma causas, recluta mano de obra para cometer ilícitos, negocia con los transas. Tal es así que incluso les disputa negocios a sectores de los poderes territoriales locales, sean estos dirigentes políticos o miembros de la burguesía. No hay caso, en casi todos los delitos resonantes hay uniformados, ex integrantes o allegados demasiados cercanos.

La democracia nos exige participación y condena a los mafiosos. Si no toleramos las cocinas de paco, menos deberíamos hacerlo con aquellos policías que conocen y regentean la actividad. No es aceptable que miembros de las fuerzas de seguridad marquen pibes de los márgenes de las ciudades para afanar ni que haya comisarios de patrimonios insostenibles.

Contrariamente a lo instalado por los grandes medios de comunicación y algunos sectores políticos de derecha que especulan mediante consignas rimbombantes, la única salida es política. Nada de militarizar, ni mano dura, ni nada de darle más poder a la policía. Está a la vista: es una locura. Se necesita más democracia, más transparencia y poner blancos sobre negros para desterrar y romper las cuevas enquistadas formando equipos sanos, cuadros técnicos serios y un respaldo gubernamental inconmovible. Porque todo cambio a fondo genera resistencias, sobre todo si estamos hablando de fuerzas que suman cientos de miles de hombres armados, poder territorial y logística, nada menos. Desde ya que la apuesta es muy riesgosa pero vital en vistas al futuro. Lo demás es discurso, mero maquillaje.

3 comentarios:

El Conurbano dijo...

a mí me parece que la creación del Ministerio, si es para iniciar una reformar policial, es un muy buen primer paso. No?

Unknown dijo...

Sí, claro. Esto fue escrito horas antes de eso, lo que se dice un visionario (?).
El tema es "hásta dónde": a-es año electoral y b-la cana no son las FFAA.
Igual, aplaudo, la banco a Neelda (?) y pa´delante.

bartolomé rivarola dijo...

Tengo un nombre que, al parecer iría a Asuntos Internos. De confirmarse esta versión, la mano viene bastante más en serio de lo que pensamos. Va a traer cola, porque lo que se enfrenta no es una ONG, sino que tiene poder de fuego real. Estemos atentos