viernes, mayo 16, 2008

REMOLINO MEZCLA


En medio de un remolino grisáceo de ceniza, Persie meditaba mirando hacia la nada. Estiró los brazos y desperezó. Abrió la boca como el león de la MGM y pateó una lata que merodeaba cerca y lo miraba con desconfianza.
Saltó del container con destreza y arrancó veloz rumbo al camino que su corazón le indicaba, insistente y ruidosamente, hasta perderse entre verdores, olores y despampanantes curvas provenientes de República Dominicana.


martes, mayo 06, 2008

FLOWERS



Una estafa monumental, un sitio de temer. Desde el cielo caían dando ridículas volteretas y envueltos en un tulipán negro del tamaño de la concha de febo asoma ya a su rayo que iluminan el histórico convento.



Las sogas quedaron pendientes, esquivando estrellas y acariciando con la puntita última a la Tierra, que se descostillaba de risa al sentir cómo esa delicada película de pelos y piolines le hacía cosquillas con la paciencia de Ho Chi Minh.



La flor, en tanto, se desprendió del cordón umbilical y bostezó a los cuatro vientos, haciendo de cada pétalo el brazo de un niño que quiere romper el cascarón e irse de la casa una vez por todas y para siempre.

lunes, mayo 05, 2008

MANGOS




-¿Viste la planta de mango de Doña Alfonsa?
-Si, le tengo muchas ganas.
No era para menos. Medía casi 20 metros de alto y unos diez de diámetro. Recién empezaba diciembre junto a los calores de verdad, y los mangos descartaban la pilcha verde y adoptaban las manchas amarillas y naranjas.
Los hermanos se lamentaban por el tamaño de las frutas, porque los brasileros son casi el doble, aunque de precio inaccesible. Pero el nudo en la panza, y las ganas de joder a la vieja hinchapelotas esa, podían más que cualquier impedimento ocasional o no tanto.
Cachilo, el más grande de los dos, tuvo la idea de subir a sus hombros a Juancho, el más chico.
-Dale, no seas cagón. Poneles en tu remera y después te bajo.
Así lo hicieron, un sofocante domingo por la siesta, donde nadie los interrumpiría. Había llovido y estaba pegajoso por la humedad. En medio del operativo, mientras Juancho no podía agregar ni una fruta más a la remera, que funcionaba como improvisada canasta, apareció, de la nada, con los ojos encendidos y furiosos, Doña Alfonsa.
-¡Shhh…Rajen pendejos de mierda!
Ante semejante sorpresa, el chiquito se pegó un jabón de aquellos, mientras los mangos caían en cámara lenta, muriéndose poco a poco en el asfalto incandescente. Ni medio segundo después, los dos, salían disparados ante la ceñuda y criminal mirada de la vieja.

RUTINAS



Mariela todas las tardes, tipo cuatro, a la hora de la siesta, sale a dar su paseo diario en bicicleta. Es su rito inquebrantable, dogmático.
Tal vez sea por el susto que se pegó en el 91, cuando sintió un pequeño tirón en el pecho, y el doctor Mazzinini le dijo, algo preocupado: “Graciela, de ahora en más, se va a tener que cuidar”.
Y ella sale, aunque llueva, truene o raje la tierra el implacable sol siestero. Agarra con fuerza el manubrio, levanta el pedal con el empeine del pie izquierdo, se sienta algo aparatosa en el ya diminuto asiento, y da la pedaleada inicial, rampante y altanera, que le provoca ese mismo tironcito de siempre en el gemelo, que le hace decir cada día lo mismo: “¡Pantorrilla de mierda!”.